Así titulaba George W. Traub, S.J. Do You Speak Ignatian? A Glossary of Terms Used
in Ignatian and Jesuit Circles.
Algunas veces hemos leído y oído
decir que nuestra espiritualidad es tan profunda que, no solo trae consigo un
vocabulario propio y distintivo, sino que supone en sí mismo un lenguaje, un
código con una gramática y un acento, con un sentir y gustar propio.
Quienes hemos aprendido a hablar
ignaciano observamos con sorpresa cómo esta lengua adquirida pasa a convertirse
en lengua materna desplazando a un segundo lugar nuestro vocabulario nativo.
Tanto cuanto, Encarnación, Magis
De esta manera, algunas palabras
que hemos oído y usado tantas veces, de pronto amplían su significado hacia
otros espacios semánticos imprevistos. Así ocurre con expresiones como tanto cuanto, que adquieren un valor
diferente a partir de la experiencia vital que San Ignacio comparte con
nosotros. Y lo mismo ocurre con la palabra Encarnación:
ahora soy incapaz de oírla sin vibrar con ella, sin reconocer resonancias y
matices, cuando quizá antes me pasaba desapercibida. También hay otras palabras
como el adverbio más (magis en su expresión latina) que también
crece de tal forma que parece incluso una palabra distinta.
Consolación / desolación, Indiferencia, Examen, Ejercicios Espirituales
Precisamente son esas, las
palabras que adquieren un significado distinto, las que más llaman nuestra
atención y nos obligan a pararnos cuando las oímos. Cuántas veces escuchamos
hablar de la indiferencia o de que alguien es indiferente ante algo y la
mención de esa idea nos trae inevitablemente un eco distinto asociado a la
palabra, como una música que solo nosotros somos capaces de oír. Y lo mismo
ocurre cuando escuchamos expresiones en las que se dice de alguien que “no
encuentra consuelo” o que “anda desolado”, y en seguida nos vienen imágenes y
recuerdos de consolación y desolación vividas en primera persona. Para los que
hablamos ignaciano ni el examen ni
los ejercicios tienen connotaciones
negativas tampoco, porque sabemos que nuestra persona es fruto que está siempre
madurando gracias a ellos.
Elegir, Discernir
En Andalucía hemos pasado
recientemente por un tiempo de elecciones, pero da la sensación de que no ha
dejado de ser una mera elección de colores, de caras, de bandos. Casi nos
atreveríamos a decir que en algunos periodos electorales se trata más de una
coacción que de una elección, porque no se fomenta el ejercicio libre y
personal de la reflexión (no digamos del discernimiento), sino de sacar músculo
partidista, de un bombardeo continuo de eslóganes, de felices promesas y de
nefastos augurios a una población que a nuestro déspota sistema político se le
antoja en una perpetua minoría de edad. Elegir “a la ignaciana” es vivir
tomando las riendas de nuestra vida, siendo autoconscientes, pidiendo al Señor
que nos conceda la gracia de conocer su voluntad y la fuerza para cumplirla.
De todas estas palabras (y de otras
muchas) hay una que nos cuestiona y sobrecoge. Podríamos decir que nos
persigue. Es la palabra servir. A
veces resuena como un cuestionamiento fuerte o como un interrogante; a veces es
horizonte y a veces una realidad sentida y gustada por la que dar gracias.
Suele venir acompañada de otras palabras como alabar y amar, pero es
cuando viene sola cuando con más fuerza me sacude o nos interpela. Servir, al
estilo de Jesús.
En este link puedes encontrar algunos de esos términos
ignacianos a los que hace referencia el P.
George W. Traub en su libro: http://www.flacsi.net/noticias/compania-de-jesus-el-lenguaje-ignaciano/
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