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¿Qué haces aquí, Elías?

Ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego...,
sino en la brisa, en la voz de lo pequeño.

jueves, 12 de marzo de 2015

Mirar a los ojos




Me gusta que quienes me conocen me saluden llamándome por mi nombre. ¿No os pasa a vosotros? Hay diferencia entre saludar diciendo “hola” o “buenos días” y hacerlo diciendo “hola, Juan” o “buenos días, Marisol”. Al nombrar a la persona, al llamarla por su nombre no solo estamos dedicándole un saludo personal y distintivo, sino que además hacemos única a esa persona entre las demás. Conocer y nombrar es el paso previo a apreciar y amar. Todo esto, y muchas cosas más relacionadas con los amigos, quedar, saludarse, verse, las sabemos de sobra. Las explica, además, muy bien Saint-Exupéry en el capítulo dedicado al zorro en El Principito. Este capítulo se cierra con esa lección tan hermosa: “sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”

Mirar con el corazón supone mucho más que ver. Vemos todo lo que miramos, pero no siempre miramos todo lo que vemos. Sucede que a veces el profesor entra en clase y ha sido capaz de ver qué alumnos faltan para anotarlo en el parte diario, pero no ha mirado a los que hay en el aula ese día. Tantas veces saludamos a nuestros vecinos o compañeros de trabajo habiéndolos visto pero sin haberlos mirado y la verdad es que hacerlo marca la diferencia. Quiero invitarte a que te pares y pienses en ello.

Mirar también equivale a llamar por su nombre a quien no conoces, a reconocerle su dignidad ante ti y en ese momento. También ocurre a la inversa: si retiramos la mirada de algo o alguien le restamos valor, lo situamos en un espacio invisible o de inexistencia. A menudo son los pobres o las noticias que nos escandalizan las que descartamos de nuestra mirada y de nuestra atención. Quiero también invitarte a pensar en ello: ¿Qué cosas o personas dejamos de mirar en nuestro día a día?, ¿de qué apartamos la mirada consciente o inconscientemente?

Hay algo de esperanza al despedirse diciendo “nos vemos”, por eso voy a despedirme diciendo eso mismo: adiós, nos vemos.