Toda mi interioridad alaba la grandeza del Señor
porque ha hecho cosas
grandes en mí.
La mía es una historia
pequeña
en la Historia (perdida
entre tantas historias,
a los ojos del mundo),
nadie habrá de recordar
ningún hecho remarcable de ella
al cabo de unos cuantos
años.
Pero el Señor del Tiempo y
de la Historia
se ha fijado en mí.
Vivo preñado del Espíritu
que me anima y me consuela
en cada paso de mi camino
para que sea Su camino.
Mi corazón agradece haber
visto
en este tiempo tantas veces
la lógica de Dios sorprender
con su creatividad
nuestras lógicas pequeñas
fundamentadas en hábitos,
comodidades y rutinas.
Benditos sean por siempre
las tierras que tuve la
suerte de pisar,
los techos que me cobijaron,
los árboles que me dieron
sombra,
las personas con que me
crucé,
la esposa y los hijos que me
diste, Señor,
y, en definitiva, todas las
ocasiones y maneras
de las que te serviste
para hacerte presente en mi
vida
ya fueran desolación o
consolación.
Bendito todo porque todo es gracia.
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