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¿Qué haces aquí, Elías?

Ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego...,
sino en la brisa, en la voz de lo pequeño.

jueves, 24 de marzo de 2016

Encuentro. Con Él - Con otros (Ideas sobre "Acompañar para anunciar, reflexiones para puesta en marcha" de L. Arrieta)


Encuentro. Con Él - Con otros

El encuentro puede producirse primero con otros y luego con Él o en orden inverso, pero más tarde o más temprano los dos confluyen, no hay fe en solitario. Dios, Jesús nos quiere como hermanos ante nuestro padre. Así nos enseñó a vivir y a orar. Si la experiencia de encuentro con Él no hay proceso de fe, sin la experiencia de encuentro con otros no hay ni comunidad, ni camino, ni Iglesia.

Los dos de Emaús han vivido su propia experiencia de pérdida aunque esta sea compartida. Ambos se encuentran con Jesús en el camino y ambos vuelven a tener una vivencia de tener el corazón en ascuas cuando lo escuchan en el camino. Sin embargo, esa experiencia se comparte verbalmente al final del día, cuando Jesús desaparece ante sus ojos al partir el pan, en la experiencia eucarística: Jesús ya no está fuera de ellos y por eso no lo ven sino con los ojos del corazón: ¿acaso no ardían nuestros corazones?

De esa escena evangélica de auténtico acompañamiento nos surge un deseo: que cuando acabemos de hablar con una persona se pregunten ¿qué ha pasado?, ¿qué ha dicho?, ¿qué quería?... ¿no ardía mi corazón? Que el Señor se sirva de nosotros para visitar, acompañar y ser consuelo.
Ese esa experiencia de Encuentro y Acompañamiento la que nos hace testigos capaces para anunciar, aunque cuando lleguemos ante los apóstoles nos encontremos con que también ellos han experimentado la gracia de la resurrección. No son experiencias que se oponen o relegan, sino que se complementan y se sustentan entre sí. Las unas confirman a las otras: ¿acaso no ardían nuestros corazones cuando terminamos el primer encuentro de Monte Carmelo o la experiencia de Ejercicios Espirituales, o el encuentro de laicos Madre Cándida, etc.?

Acompañarse es dejarse objetivar, enriquecer la experiencia, buscar ayuda para comprender las mociones. Es un modo de ser en comunidad y en la vida. La soledad de Pedro, de Tomás, o del hijo pródigo solo cobran sentido como experiencias de desierto, si no se dejan acompañar por otros (con honestidad, poniéndose con toda la vida en juego) corren el riesgo de volverse experiencias destructoras o acabadas en sí mismas como la de Judas o la del joven rico.

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