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¿Qué haces aquí, Elías?

Ni en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego...,
sino en la brisa, en la voz de lo pequeño.

jueves, 18 de febrero de 2016

Sorprendiese la visión del amor a la espera



MIGUEL DE UNAMUNO.

Sorprendiese la visión del amor a la espera
con un bofetón de frío, de castigo de años
o la mudanza de ojos tristes a huraños
hiciese del suyo corazón de plañidera.

Por la corriente helada, cuando sí la frontera,
la mejilla muerta y el saludo de extraños,
ya siempre siempre diera tumbos de desengaño,
aquel día de abril, enferma, rota, extranjera.

Camina sin sierpe, abierta al sol, clara y serena
a la deriva, Isabel, niña del desencanto;
fenecidos, tus ojos de virgen Magdalena,

no distinguen día y noche, urbe y camposanto;
pero arrinconan la soledad buscando apenas 
quién pueda, a la deriva, acallar tan triste llanto.

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